Paranormalidad

¿Qué es la normalidad, dónde está o dónde estuvo? O más bien ¿existió alguna vez la normalidad? ¿Cómo se puede hablar de normalidad en un mundo minuciosamente desquiciado? Acaso la añorada normalidad sea como ese pasado glorioso, difuso e inalcanzable, que en su momento no parecía tan glorioso. Y si nunca existió la normalidad ¿cómo podríamos regresar a ella, o para qué?

Nosotros, en la barranca, hemos optado por la paranormalidad: la comunicación telepática, el uso de instrumentos antiguos, la aparición de emociones inesperadas. La búsqueda de la revelación. 

Hace diez días exactamente Abraham y yo nos encontramos en la carretera, en un punto intermedio entre Ciudad Valles y CDMX, para regresar de nuevo a ésta e iniciar El Trabajo. El trabajo por ahora consiste en encontrar la solución rítmica de una docena de canciones que escribí (febrilmente, he de decir) durante los primeros meses de pandemia. Por las mañanas Abraham y yo vamos aceitando la maquinaria, que tras cinco o no sé cuántos meses sin tocar naturalmente se encuentra un poco oxidada. Después, todas las tardes viene muy formal Ernick con su bajo y formamos un triángulo equilátero de sana distancia, que trabaja diligentemente en las estructuras de estas canciones. Ernick se toma en serio su trabajo, sabe que no es un juego de niños. También sabe que muy pronto tendrá tiempo y oportunidad para eso y que se entregará con gusto. Mientras, Abraham, él y yo nos abocamos a la ciencia del bombo, a la alquimia del pulso. Cómo hacer para que caminen fluidamente estas canciones, o mejor aún, cómo hacer para que bailen. Porque hay que decirlo, si bien naturalmente siempre ha habido un ritmo implícito en la música de La Barranca, esta vez lo buscamos con interés especial, queremos hacer énfasis en eso que entre músicos llamamos groove. Y por ahora no hay mayor alegría que encontrar la solución que cada canción (cada problema) requiere. Ya sea por una genialidad espontánea de Ernick o Abraham o por una revelación paranormal, que por lo general surge cuando quitamos cosas de los demos que habíamos trabajado a distancia en los meses anteriores. De hecho, muchas veces la solución consiste más bien en quitar que en poner. Como si jugáramos a fondo esa apuesta imposible entre músicos: a ver quién toca menos notas. Pero el objetivo, ya sea quitar o poner, es llegar a una construcción sólida y ágil; una estructura ósea perfectamente articulada. ¡Qué bello es el esqueleto!

Queremos tener todo listo y estar medianamente a la altura para recibir a nuestro veloz guitarrista, el señor Adolfo Romero (ese sí no está oxidado), y a nuestro mercurial pianista, el señor Yann Zaragoza, quien por ahora se encarga de asuntos estrictamente personales. Aunque Yann nos visitó el fin de semana y encontramos una nota (¡una!) que funciona perfecto para Sin Temor ni Esperanza (la consigna de los legionarios romanos antes de entrar en batalla), la canción que tal vez nos ha costado más trabajo descifrar de todo el disco.

El disco… suena curioso pero ya lo dije y obviamente ustedes ya lo habían deducido: lo que nos proponemos hacer es un disco, un álbum, aunque dicen que la gente ya no oye discos, que ya no tiene tiempo ni capacidad de atención para oír álbumes completos, sino solo canciones aisladas. Nosotros estamos pensando en un disco. Justo antes de que iniciara la pandemia nos habíamos juntado ya, en Valle de Bravo, para trabajar en un par de canciones nuevas, bajo la idea vaga de hacer un EP que se llamaría tentativamente Musica Concreta, al que tal vez le seguiría, más vagamente aun, otro que se llamaría Iridiscencias. Pero esos eran planes pre-covid.  Ahora la realidad los ha rebasado y la música que tenemos nos pide hacer un álbum. Creo que siempre ha sido así con La Barranca, no es tanto que nos propongamos hacer un álbum y luego nos pongamos a escribir música para ese álbum, sino que la música aparece primero y es ella la que nos dice, nos dicta, hacer un álbum. Y lo cierto es que aún nos encanta embarcarnos en esa aventura expedicionaria y de descubrimiento que implica hacer un disco, aunque ya la gente solo oiga canciones aisladas. De cualquier manera, un álbum tendrá suficientes para que las oigan como sea.

Entonces ahí vamos, en este vehículo o nave llamado La Barranca (nuestro espejo retrovisor es Fragor), avanzando entre la niebla, aunque los relámpagos de pronto iluminan el paisaje: parpadeos, visiones momentáneas. Esperamos llegar a buen puerto (aunque nunca se sabe) con la nave cargada de canciones, idealmente resueltas, idealmente emotivas, idealmente misteriosas, y entonces poder compartirlas con ustedes. 

Mientras  todo esto sucede en la paranormalidad, espero que ustedes estén acompañados por Fragor y lo vayan explorando poco a poco (los que no hayan empezado ya se tardaron y se les va a juntar la chamba). Los dejo por ahora con este texto del siempre querido José Agustin (ah, como hace falta). Estoy releyendo Cerca del Fuego, su libro más experimental, místico y onírico, y anoche me encontré (me reencontré) con estas palabras:

“Ahora te voy a transmitir una receta que viene de tiempos primordiales y nunca falla. Si un día, por los motivos que sean, te sientes muy mal, pero de plano mal, al borde del suicidio o de otra forma de abandono, y si todavía conservas un hilito de razón que te permita querer salir de ese estado, localiza una barranca…”

Todos los derechos reservados - LaBarranca