El fluir II
Los últimos días el clima ha cambiado radicalmente en Monterrey. La temperatura bajó mucho y se hace necesario usar gorros y chamarras. Hay una llovizna insistente y fría y bajó también una bruma grisácea y espesa que oculta todo, incluso los cerros que antes parecían tan al alcance de la mano. El paisaje que rodea a El Cielo ha perdido toda identidad. Sus amplios ventanales sólo dejan ver una realidad grumosa, difusa. Como no se ve nada hacia afuera, bien podríamos estar en cualquier otro lado: Huitzilac, Los �?ngeles, Palenque; o en ninguno: El Cielo podría ser también una nave que avanza entre la niebla.

Adentro, en la burbuja amniótica, nosotros seguimos trabajando, con mínimo contacto con el exterior. Una vez superados los problemas iniciales con el monitoreo hemos continuado sin pausas, con un ritmo constante en sesiones de 12 horas. Lalo del Aguila va en la consola de mando, moviendo cientos de botones y perillas que garantizan que la nave no se estrelle contra un arrecife inesperado.

Los Arreola tenían muy claras sus partes pues esto fue lo que en realidad veníamos a hacer a El Cielo, y lo que estuvimos ensayando aplicadamente antes de llegar. Ellos estaban listos para grabar todo en una hora. Pero el chiste era buscar un sonido para cada pieza y eso es lo que en realidad nos ha tomado tiempo, más que grabar sus partes. Para eso eran tantas tarolas, tantos tambores, tantos bajos.

Otra cosa que los ha frenado un poco es mi insistencia por hacer una guía acústica de cada canción. Algo que en estricto sentido no es necesario pues, como ya dije, todos conocemos bien las partes. Pero a mi me parecía necesario recordar, desde ese punto de vista frágil y primitivo, cual es la canción que estábamos haciendo. Después de todo afuera sólo hay bruma (Y no hay nada más torturante en el mundo que estar en un cuarto donde no ves a nadie, cantando frente a un micrófono sin rostro y sabiendo que todos en el cuarto de control escuchan hasta tu más mínima respiración mientras esperan impacientes a que termines pronto con eso para poder continuar tocando)

Una vez registrada esta guía y una vez encontrados los sonidos para cada canción, las tomas en sí han sido muy rápidas. Rara es la canción que ha necesitado más de tres tomas y por regla general la buena es la segunda. En la primera hay nervios y en la tercera exceso de confianza, demasiados pájaros carpinteros. Chema ha sido extremadamente efectivo y él y Del Aguila han logrado muy buenos sonidos para las baterías. Sólo se entretuvo de más con una parte de una rola que por el momento llamamosHendrix. La tenía desde la segunda toma, pero al oírla en el play back sentimos que quizá faltaba algo, algo difícil de precisar y no tan relevante. Luego Chema nos corrió a todos del cuarto de control para hacer un supuesto arreglo y cuando nos pidió que volviéramos, dos horas después, sonaba exactamente igual al lo que ya tenía.

Quien sabe cual será la mejor toma de Alonso, pero en mi memoria, al menos visual, queda lo que hizo para Por donde pasas: tocaba el bajo como si su vida dependiera de ello, es decir, como se tiene que tocar. Como si de alguna manera indirecta hubiese recibido el veneno de los lagartos. Afuera ya estaba la noche y se veía brillar, pues fue en los días previos a la bruma. También, antes de venir mando quitarle los trastes a un antiguo bajo que tenía, para hacerlo fretless. Se lo adecuó el gran laudero Eduardo Castellanos en medio de la historia personal más insólita y siniestra. Pensé que Castellanos estaría orgulloso de las cosas y sonidos que le sacó Alonso. Yo lo estoy.

Poco a poco las canciones van tomando forma y el disco empieza a perfilarse. La última que hicimos en esta primera etapa fue la que por el momento llamamos Rio. Para entonces nos habíamos trasladado a uno de los cuartos aledaños al principal, de menores dimensiones que éste y donde buscábamos obtener otro tipo de sonido en la batería, algo más seco, que contrastara con el sonido del cuarto principal. Del Aguila buscaba hacer algo así desde hace años; fue necesario colgar cosas de los muros pero finalmente lo consiguió. Lo usamos para Pare de sufrir ySi acaso hay vida, que quedó muy bien.

En un principio, cuando empezamos a juntar canciones para el disco, antes de que apareciera El Fluir, esta canción llamada Rio parecía indicar una posible ruta. Lo que planteaba era una rola que nunca se repitiera, que no pasara dos veces por el mismo sitio. La manera de aproximarse a esto era unir varias mini canciones que se conectaran de manera intuitiva, más que lógica, y componer con todo eso una canción que las aglutinara a todas y les diera sentido. Yo tenía ya tres de las partes y Alex le agregó otra, una especie de cita de Denzura que se pegaba muy bien con el resto para darle una conclusión.

Esta canción fue de las primeras que intentamos montar. Pero esta dirección se abandonó y la canción quedó ahí, como señalamiento de una ruta posible. De cualquier manera siempre nos gustó la pieza, su naturaleza es muy diferente al resto, y decidimos conservarla para el disco.

Ahora, en El Cielo, es la primera en la que trabajamos a detalle las guitarras y por lo tanto es la primera que oímos como en realidad será. A Del Aguila en un principio se le hacía algo muy loco, sin pies ni cabeza. Nosotros ya nos habíamos acostumbrado a oírla como algo normal en los ensayos. De cualquier manera, oírla en las bocinas del Cielo fue una sorpresa para todos. Quien sabe que sea pero nos gusta. Alonso dijo que era un capricho, alguien dijo que era progresiva, para Del Aguila es como un cuento, Chema dijo “esta de huevos�?.

¿Alguien más la oirá así? Para ello, cada copia del disco tendría que venir con un par de bocinas de éstas, de regalo.

Esta es la primer canción que oímos completa, y ya queremos oír así las demás. El efecto es similar al de esas fotos de cámaras Polaroid, donde poco a poco la imagen va aclarándose.

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Los cerros siguen ocultos y me doy cuenta que lo distintivo de Monterrey no son ellos, sino la gente.

Hemos visto poca en estos días. Nuestro trayecto hotel-estudio-hotel en medio de la bruma no se presta para mucho, pero los pocos que han venido son excepcionales. Aquí en el estudio, como asistente está otro Lalo, tocayo de Del Aguila, quien viene de Phoenix y es músico. El tiene la gran virtud de ser invisible. Jamás está en medio de una toma a menos que lo necesites para algo, en cuyo caso lo hace callada y eficientemente.

Otro ser excepcional es Hugo, quien junto con su mujer Thelma son amigos de La Barranca desde hace años, desde las primeras veces que veníamos al Zeppia. Esta vez los encontramos casualmente en la calle, un sábado que salimos con Alonso y Ricardo, otro par de buenos amigos, a tomar un trago al Barrio Antiguo. Fue una grata coincidencia pues ellos habían leído en la prensa que andábamos por acá y andaban buscándonos. A él le preocupa nuestra alimentación. Viene a saludarnos al estudio y no le gusta para nada ver bolsas del Oxxo por ahí. -No anden comiendo chingaderas hombre, dice (si conociera lo hábitos alimenticios de Chema !). Luego viene y discretamente nos trae comida: empanadas, cabrito.

La generosidad en ellos adquiere dimensiones inexplicables.

Al final hemos resuelto lo de la comida con Ruli, otro de los asistentes aún más invisible que Lalo (aunque no precisamente por su tamaño). Su mamá nos cocina ondas caseras que están mucho mejor que cualquier hamburguesa. La cena, eso si, sigue siendo del Oxxo.

Alex y yo estamos en la danza de las guitarras. Por turnos vamos buscando sonidos, grabando partes y oyéndolas con infinita concentración. Yo creo que esto es lo que más cansa. Por las mañanas nos cuesta levantarnos. Pero este trabajo es justamente lo que nos gusta.

Mi consigna ha sido desechar mis sonidos anteriores, así como todo tipo de efectos de rack o pedaleras, y hacerlo todo cambiando de guitarras o amplificadores, encontrar ahí la variedad. En ese sentido, el principal efecto son mis dedos sobre la Telecaster o mi vieja Strato. También hay una Music Man, una Parker, otras Fenders y una Danelectro de plástico.

Los días pasan demasiado rápido. Nos acercamos al final de esta etapa. Todo ha fluido muy bien y si acaso algo parece atorarse ahí está Melche, quien ha estado presente en todas las sesiones, al pie del cañón. También puede hacerse invisible, pero a veces se le pasa la mano y hay que andar buscándolo.

En medio de una de las últimas tomas para Orión, justo cuando trataba de arrancarle una carcajada a mi guitarra, Lalo del Aguila y yo nos volteamos a ver ¿Cuántas veces no nos hemos visto así? ¿cuántos deja-vu produce esta misma escena?. Ya hemos hecho muchos discos juntos y de alguna manera es con quien más de cerca he trabajado por más tiempo. Conoce mis hábitos. Y al mismo tiempo tiene que adecuarse y conocer los de cada uno de los demás. El es el único que ha estado presente en todas y cada una de las sesiones. Mientras otros pueden subir a ver un DVD, salir a fumar al jardín o a leer al lounge, él tiene que estar en todas las tomas. Conoce cada uno de los sonidos grabados. A estas alturas conoce el mapa del disco mejor que cualquiera. También es quien más ha trabajado. Una noche de plano tronó y hubo que cubrirlo con una colcha por un par de horas sobre un sillón.

Pero, ya se sabe, sólo puedes evitar el final … Las horas pactadas con El Cielo llegan a su fin. Las últimas tres se destinan para hacer unos rough mixes de todo lo que se grabó. Esto lo hace Lalo solo. Nosotros ya oímos demasiado y lo esperamos en el lounge brindando con un tequila barato. Periódicamente Lalo se asoma, como quien sale de un quirófano y dice “no mames, esta rola esta bien chingona�? Luego se regresa a seguirle.

Nosotros, en el estéreo del lounge, oímos un disco de Skip James. Alonso hace ver la paradoja: él grabó esas piezas hace 70 años, sin ningún tipo de comodidades, ni consolas de 40 canales, ni nada: sólo él, un micrófono y su guitarra. Y estamos oyéndolo ahora. También oímos a Toña La Negra y a Talk Talk: todos ellos navegantes que se adentraron sin ningún temor en la bruma.

Pero ya estamos en plan celebratorio. Alex quiere que antes de irnos cantemos Al final de la Playa en el piano, el piano del estudio que esta vez no usamos para nada. Ahí vamos los cuatro al cuarto grande, tequila en mano, y cantamos algunas rolas del Denzura, algunas también del nuevo: Si acaso hay vida, Orión. Mientras, Melche va vaciando el cuarto. Roberto vino con sus cámaras y se lleva también muchas tomas de todo lo que pasó aquí.

Cierto, aun no acabamos el disco, pero acabamos ya esta etapa con mayores resultados de los que esperábamos. Por eso no importa tanto el tequila del Oxxo.

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Si hay esperanza, sólo es ésta

Si existe el tiempo, es hoy

Si acaso hay vida, sólo es esta

Si existes tú, existo yo

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