Cuervos

A las once y media de la mañana del 19 de septiembre, Adolfo y yo nos encontrábamos en el cuarto piso del Estudio 13, en San José Insurgentes, grabando las últimas tomas de nuestra canción Cuervos. En el piso de arriba el ingeniero de audio, Diego Ortega, hacía los últimos ajustes de microfonía para el contrabajo de Ernick y a la batería de Alfonso. Con ellos íbamos a empezar a grabar la base rítmica de Brecha, otra de las nuevas canciones del disco de La Barranca. A la una en punto estábamos todos arriba y ya habíamos hecho incluso una toma de prueba. Entré al alto cuarto de las baterías para hablar con Alfonso y decidir sobre el tom de piso que habríamos de utilizar. Tan concentrado estaba escuchando las diferencias entre uno de 16 pulgadas y otro de 18, que no me di cuenta cuando sobrevino el sismo. Alfonso fue quien me lo hizo notar, levantándose precipitadamente de su banquillo. Está temblando, dijo.

Quienes vivimos en la Ciudad de México sabemos de temblores. Sabemos porque los hemos sentido toda la vida, algunos hemos sobrevivido incluso ya a un terremoto, lo que dejó instalado en varios una propensión al pánico.  Sabemos lo que hay qué hacer en caso de sismo y sabemos evaluar intuitivamente su fuerza, por la sensación que producen. Éste se sentía muy fuerte. El edificio se balanceaba violentamente de un lado a otro, como un barco en medio de un huracán. Toda la estructura tronaba, produciendo unos ruidos horribles. Mi temor era que los enormes ventanales que dan al Parque de la Bola, a espaldas de Alfonso, empezaran a estallar salpicando vidrio. Lo llamé para que nos dirigiéramos al arco de entrada. Bajo el siguiente arco estaban ya Adolfo, Ernick y Diego, quienes habían abandonado el cuarto de control. Ahí esperamos a que terminara el temblor (o a que el edificio se viniera abajo), lo que nos pareció una eternidad.

Finalmente abandonamos el edificio. Al ir bajando por las escaleras notamos que estaban cubiertas de partículas de yeso y grava, desprendidas del edificio por la fuerza del temblor. Nuestros pasos crujían en cada escalón. Afuera había un montón de gente que había salido corriendo de casas y edificios. Todos sabíamos que el temblor había estado fuerte pero ¿qué tanto? Después de un rato yo propuse, imprudentemente, que regresáramos a seguir grabando. En eso empezaron a llegar a los móviles reportes, fotos y videos de edificios desplomados en otras partes de la ciudad. Costaba trabajo creerlo. El manager del estudio propuso sensatamente que nadie regresara al edificio, hasta que lo revisara alguien capacitado para ello.  Aun así, temerariamente regresamos por nuestros instrumentos. Y por los discos duros que contenían la nueva música de La Barranca. Luego cada quien se dirigió a su casa, a ver cómo estaban las cosas.

Poco a poco, pese al vergonzoso y lamentable papel que jugaron los medios masivos, se fue conociendo la dimensión de los estragos. Decenas de edificios derrumbados, centenas de muertos y desaparecidos. En medio del caos y el estupor surgió espontánea y generosa la reacción de la gente, especialmente los muy jóvenes. Sin esperar se volcaron a todas las estructuras colapsadas para prestar ayuda.  Intentar recuperar vidas, salvar cosas, retirar escombros, llevar agua o comida a los voluntarios. Por varios días la ciudad se paró. La enorme, inmensa y febril Ciudad de México se detuvo por unos momentos, como reconociendo su propia herida.

El pasmo también se dio en el ánimo de sus habitantes. Pese a que continuaron las labores de rescate, y pese a que algunos fueron retomando poco a poco el ritmo de sus trabajos y actividades cotidianas, la ciudad no se ha recuperado del todo y ha costado trabajo superar el trauma. ¿Cómo asimilas el caos, el desconcierto, el terror, las pérdidas? La desazón venia no sólo por lo que derrumbó el sismo, sino también por lo que destapó. Así como inmediatamente surgieron la solidaridad y la compasión de los ciudadanos, también se destaparon cloacas que poco a poco dejaron ver los trasfondos de corrupción, manipulación mediática y oscuros intereses políticos en torno a la tragedia. Lo cual envenenó aún más el ambiente. Así estábamos todos cuando leyendo me topé con una frase que llamó mi atención. Es una cita que hace Paul Auster de una sentencia del poeta Kenneth Rexroth, quien dice: contra el fracaso del mundo sólo hay una defensa posible: el acto creativo.

Entonces hablé con los Romero, con Yann, con Diego, con Del Águila, y decidimos reagrupar fuerzas y retomar la grabación interrumpida por el sismo. Después de todo, la labor de los músicos es hacer música.

Así que nos abocamos exhaustivamente a terminar nuestro disco. Abandonamos el caos y el desconsuelo para sumergirnos en el amable mundo de la música, en donde es posible aspirar al orden y a la claridad. Aspirar incluso a la belleza.

Y entonces aquí esta Cuervos. Ignoro cuales sean ahora los criterios comerciales para decidir qué es un “sencillo” y qué no lo es. Más aun ignoro si esos criterios se aplicarían a una banda como La Barranca. Cuervos es simplemente la primer canción que terminamos del nuevo disco, una que incluso habíamos estado tocando ya en vivo. Y queremos compartirla como un adelanto de lo que estamos haciendo, mientras terminamos el resto. El que por cierto ya está avanzado en un 90% y con el cual estamos absolutamente excitados. En los meses siguientes daremos a conocer otras canciones. El disco se llamará Lo Eterno, que es el nombre de una de las canciones que lo conforman, y en él hay mucha música muy diversa, con sonidos nuevos para nosotros. Sonidos e ideas en los que hemos estado trabajando meticulosamente. El disco captura el sonido actual de la banda, el quinteto formado con Adolfo, Ernick, Yann, Navi y yo, y en él no habrá invitados. Sin embargo, por razones de estilo y disponibilidad, decidimos trabajar con diferentes bateristas cercanos a la banda. Así que además de Navi, nuestro baterista oficial, participan el querido Alfonso, después de recuperarnos del susto, y el Zurdo, Rodrigo Ortega, gran baterista que ya había tocado con nosotros en la gira de Providencia y a quien pueden ver y escuchar precisamente en Cuervos. El video de la canción lo hizo Adolfo discretamente en las mismas sesiones, mientras íbamos grabando. La verdad yo muchas veces ni cuenta me di de que estaba filmando.

El impacto del sismo aun no termina.  Pese a lo que pareciera ser una consigna de silencio en los medios, que ya casi no hablan del asunto, aún hay cientos de cosas por hacer. Escombros que levantar, edificios que demoler, casas que reconstruir. Hay gente que lo perdió todo y está viviendo en albergues improvisados, como refugiados de guerra. En los barrios más afectados, como Condesa y Roma, aun flota un ambiente tétrico. Ayer mismo, mientras me dirigía al estudio de Del Aguila para revisar unas mezclas del nuevo disco, pasé frente a uno de los edificios derrumbados en Gabriel Mancera. Y es sobrecogedor ver ese hueco, esa montaña de escombros en donde antes hubo vidas, hogares, historias. Y no sólo en Mexico, sino también en Morelos, Puebla, Oaxaca, ciudades y pueblos enteros que sufrieron consecuencias terribles y que tomará años levantar. Pero aun es posible ayudar para quienes no lo hayan hecho, hacer donativos, tomar conciencia. La ayuda aún se requiere y se requerirá.

Naturalmente, queremos compartir Cuervos con todo el público de La Barranca y esperamos sea bien recibida.  Pero aunque la canción se escribió mucho antes del S19, lleva una dedicación especial para los habitantes de nuestra Ciudad de México, como un grano de arena musical, con el ánimo de que la ciudad se levante.

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